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El hombresolo

“…son unos alicates que pueden ser inmovilizados en una cierta posición para así torcer o arrancar diversos objetos o materiales. En algunos países de América se las conoce como hombresolo…”

Al leer esta definición podemos comprender que el hombresolo es una herramienta muy útil, que hace bien su trabajo y saca de problemas… pero ¿Cuántas veces se piensa en el hombresolo? ¿Cuántas veces se les cuida, consiente o al menos se les da una muestra de cariño puro y desinteresado?  La respuesta rápida es nunca. ¿Con qué fin? Si es solo una herramienta. Ahí está el detalle. Muchas mujeres ven en el hombresolo una herramienta que pueden usar para algún fin específico. Piensan que, como están solos, carecen de otro valor que el de sacarlas de dificultades, y nada más. A fin de cuentas, el hombresolo es solo una herramienta.

El hombresolo puede asumir diferentes formas:

Un banco, de préstamo indefinido, 0% de interés (en todo sentido) y nunca pagas las cuotas.

Un pañuelo, para limpiarse las lágrimas producidas por cualquier motivo, por lo general algún individuo que no las merece, para luego ser desechado.

Un botiquín, para curar heridas del alma, las limpia, las desinfecta, y cuando todo ha sido curado, ya no se necesita más, a no ser que se haga otra herida.

Un saco de boxeo, que solo recibe golpe tras golpe, en silencio, sin responder y sin recibir ni la más mínima señal de aprecio sincero.

Un juguete, con el cual jugar un rato para luego ser abandonado en una esquina.

Son solo algunos ejemplos de lo útil y multi funcional que puede resultar el hombresolo. Pero en algún momento este hombresolo se cansará de esto, con algo de suerte dejará de estarlo, y cuando ya no esté disponible para los caprichos de esa mujer, ella se preguntará ¿no pude darle una pequeña muestra de cariño desinteresado? Por un leve instante lo extrañará y lo valorará. Para luego olvidarle y buscarse otro hombresolo para usar porque, a fin de cuentas, solo es una herramienta.

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